Las Habichuelas Magicas - Hans Christian Andersen
Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenÃa una gallina que ponÃa un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba. Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña.
La madre se puso muy contenta. Y asà fueron vendiendo los huevos de oro, y con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se murió y PeriquÃn tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar cómo el dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero.
En cuanto se durmió el gigante, salió PeriquÃn y, recogiendo el talego de oro, echó a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su casa. Asà la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo.
Sin embargo, llegó un dÃa en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacÃo. Se cogió PeriquÃn por tercera vez a las ramas de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.