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El de los claveles dobles - Angel de Campo



—Ya son las ocho de la mañana dijo Chole exprimiendo un calzoncillo hecho torzal.
Carecía la deshonesta moza de reloj, pero acertó en la hora porque el fabricante de corbatas del piso Principal, don Bibiano Manzanares, comenzó a silbar en salva sea la parte de la azotehuela.
Todo el vecindario conocía las costumbres higiénico-melódicas del mentado, quien era una flauta perpetua, pues al levantarse: chiflido; al desempeñar funciones que ninguno de los presentes pudiera desempeñar por él: chiflido, y al meterse a la cama: chiflido...
Tomaba cualquier motivo de zarzuela y después improvisaba trinos, escalitas, dos de pecho y otros primores que armaban el gran meneo entre las aves del vecindario.
—¡Las ocho!— exclamaron hasta seis mujeres, sentadas sobre los talones frente a sus respectivas piedras de lavadero.
—¡Las ocho! — exclamó un jorobado impeliendo el brazo de una bomba, que toda ella se volvía vendajes y escapes de aire.